8 de Enero de 2018
Aunque no he hablado aquí de ninguno de ellos, la saga Prince of Persia es conocida por todos, aunque no esté en sus mejores momentos. En la época de PlayStation 2 (lo digo así, aunque fue multiplataforma) fue uno de los grandes de la consola y todo el mundo hablaba de él.
Toda esta fama se desvaneció en la siguiente generación, en la que sus pocos juegos no optaron ni a un ápice de la fama original.
Obviando los diferentes subproductos, hoy voy a hablar del primero de ellos, cuyo nombre es Prince of Persia, a secas.
Sin spoilers, como siempre
Después de desarrollar muchos juegos, entre los que se encuentra la trilogía original de la sexta generación, Ubisoft Montreal trajo en 2008 un nuevo juego de la saga: Prince of Persia, a secas, para PlayStation 3, XBox 360 y PC. Este nuevo juego trató de ser un nuevo comienzo de la saga, con nuevos personajes, nueva historia y un estilo visual más animado.
El juego no fue tan exitoso como Ubisoft planeaba, así que su final abierto se cerró con un DLC, continuando la saga de siempre con un quinto juego también para las mismas consolas. Eso quiere decir que el final de la historia es un DLC, pero obviemos eso de momento.
La historia comienza con el Príncipe, que sigue sin tener un nombre, pero que esta ocasión de príncipe solo tiene ese apodo. En esta historia es un ladrón de tumbas que por azares del destino se topa con la princesa Elika mientras es perseguida por su padre, el rey.
Pronto acabará atado a la princesa en una aventura para evitar el dios de la oscuridad, Ahriman, despierte y desate el caos en el mundo. Para ello, tendrá que limpiar la tierra de la corrupción y derrotar a los cuatro Corruptos que siguieron al dios Ahriman.
Ya que he empezado con esto, voy a continuar con el resto de la trama, aunque en realidad no hay mucho. El comienzo es poco más que eso, y esa es la excusa que nos empuja durante el 90% de la trama. Pero, eh, tengo que aclarar lo antes posible que esto no es tan negativo como suele ser en los videojuegos en los que ocurre. A lo largo del viaje viajaremos por distintas zonas de la antigua ciudad, que fue engullida por la ciudad. Mientras recorremos sus zonas, Elika nos contará cosas sobre los lugares, sobre la historia de los Corruptos antes de convertirse en seres malignos, y al mismo tiempo también se reforzará la relación entre el Príncipe y Elika. Esto último es muy importante: La relación entre los dos protagonistas se va desarrollando poco a poco, desde desconocidos en un comienzo hasta que se ganan su cariño mutuo. Esta relación está bastante bien llevada, y aunque no sobraría algo más de historia, al menos el contenido que vemos durante su desarrollo es de interés.
Quiero comentar algo sobre el final, sin destripar nada. El juego estaba planeado como la primera entrega de una nueva saga, por lo que el final del mismo es totalmente abierto. El problema es que después del lanzamiento del juego, Ubisoft decidió no continuar con la saga (y ya había incluso algún subproducto posterior al comienzo de la historia, como El Rey Destronado de DS), y para no dejarla inconclusa, desarrolló el final de la historia como un DLC de pago. Ahí está para los que lo quieran, no me voy a meter en si es algo bueno o malo (Este caso es similar al de Asura's Wrath), pero lo que sí voy a decir es que el final inconcluso... me gusta, bastante. Así que... voy a instar a que el hecho de que el final sea abierto no es un punto negativo, y por mi parte se podía incluso dejar así, sin concluir.
Ahora tendríamos que enfocar la mirada en la ambientación del juego.
En el apartado gráfico se ha llevado a cabo un cambio drástico con respecto al resto de la saga. El primer juego de la trilogía de PS2 tenía unos gráficos animados en 3D, mientras que los dos siguientes optaron por un estilo más serio y realista. Para diferenciarse de esa saga, Prince of Persia ha optado por un estilo cell-shading, con escenarios más animados que recuerdan más al estilo de la primera entrega. Desde el comienzo queda claro: los gráficos son excelentes, y da gusto contemplarlos. Con los diseños de los personajes pasa lo mismo, están muy bien recreados y sus movimientos funcionan muy bien. La recreación de los diferentes escenarios, sus paletas de colores, el contraste entre las zonas corrompidas y las purificadas... es un gusto a la vista.
El problema es que los escenarios no se diferencian especialmente entre sí, por lo que a medida que el juego avance el interés en los paisajes irá decayendo. Sí se diferencian, pero no lo suficiente como para que cada zona tenga un carisma propio.
Pero, de todos modos, el apartado gráfico es de calidad y la experiencia con respecto al mismo es claramente positiva.
La banda sonora, por su lado, ayuda a que esa diferenciación no sea pertinente. En un principio no es mala: el tema principal es excelente y carismático, al igual que el tema de las zonas purificadas. El problema es similar al gráfico pero mucho más marcado, y es que los temas no logran distinguirse.
Hay buenos temas, y en general suena bien, pero le falta destacar más a menudo y dar carisma a las zonas. Eso es lo que no ocurre, de modo que aunque suene bien le da unidad al conjunto pero no carisma a las partes.
Aquí pongo el tema principal, que también suena durante el juego, y uno de los temas de acción:
Cabe mencionar también un excelente doblaje en español, con unas geniales voces para Elika (Mar Bordallo) y el Príncipe (David Robles), que "acaparan" la mayoría de los diálogos del juego.
En cuanto a la jugabilidad, al igual que en el resto de apartados (quizá menos en el musical), también se ha optado por diferenciarse del resto de la saga. El problema es que el nuevo control es excesivamente automático. Me explico: dar saltos, trepar paredes, agarrarnos a pilares, dar volteretas... todo podemos hacerlo pulsando el botón X. Hay ocasiones en las que nuestro personaje está haciendo auténticas piruetas y nosotros estamos solo presionando una y otra vez un botón. Ojo, eso no quiere decir que el control no funcione: es intuitivo, rápido, y el personaje nos obedece. No suele ocurrir que el personaje no haga lo que queremos, pero que den tanto mascado... no es algo del gusto de muchos jugadores, entre los que me incluyo. A veces sí es divertido el plataformeo, por supuesto, pero pierde mucho impacto que se simplifique tanto. Además, en esta ocasión no tenemos las arenas del tiempo para retroceder el tiempo, sino que serán los poderes de Elika los que nos salven. Siempre. Literalmente, morir es imposible. Otro punto negativo es que los obstáculos se repiten mucho: los mismos salientes, tipos de agujeros... los reconoceremos al poco de jugar, simplificando aún más este plataformeo.
Y ojo, insisto en que se maneja bien y es fluido, pero digamos que... carece de emoción. Además, cada vez que purifiquemos una zona, tendremos que recoger semillas luminosas repartidas por el mismo, por lo que gran parte del juego consiste solo en recorrer el mapa reuniendo colecionables. Algunos de estos sí supondrán un desafío para el jugador.
Algo así ocurre también con respecto al sistema de combate. El estilo cambia para que el combate se enfoque en el enemigo, como ocurre por ejemplo en juegos con sistema de centrado como los de la saga The Legend of Zelda. Es siempre un uno contra uno táctico, basado en esquivar y detener los golpes, y devolverlos con ataques de espada combinados con los movimientos mágicos de Elika. El sistema de combate funciona pero se repite bastante pronto, aunque el juego responde bien a eso evitando saturarnos con más combates de la cuenta. Hay mapas en los que no hay más combate que el que haremos contra el jefe, gracias a lo que los combates no toman protagonismo sobre la exploración y los combates no acaban aburriendo. Además, cada jefe tiene una forma de luchar, así que, aunque no sean totalmente diferentes, los combates contra jefes varían entre sí.
Pero volvemos a lo mismo que con el plataformeo: El Príncipe no puede morir. Cuando su vida se reduce al mínimo, Elika lo salva, con muy pocas excepciones que tienen puntos de control muy cercanos. Con eso, la emoción de las batallas también desaparece.
También tengo que mencionar los puzzles. ¿Por qué? Porque parece que hoy día si no metes forzadamente puzzles no eres un juego. Nada más. Hay pocos puzzles y no están mal, pero parecen intentar suplir la necesidad de los juegos de hoy día.
Con eso he acabado con este juego. ¿Cómo podemos concluir?
Pues... el juego funciona, su historia, sus gráficos, su banda sonora y su jugabilidad, todo funciona. El problema es que no logra destacar especialmente más que, si acaso, en gráficos, y aunque tiene carisma en ciertos aspectos, da tantas facilidades al jugador que no acaba de calar dentro del jugador.
Es un buen juego, pero parece conformarse con no tener errores, y no ir más allá. Por esos motivos, funciona, pero pasando muy desapercibido, por lo que sus puntos fuertes caen en el olvido con rapidez.
De momento, si alguien tiene curiosidad por Prince of Persia, le recomiendo claramente que antes ponga la vista en la trilogía de PlayStation 2 y su generación.
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