12 de febrero de 2019
Aún no he hablado apenas de los muchos clásicos de PlayStation que marcaron tanto mi infancia videojueguil. El catálogo de PS1 fue uno de los mejores de la historia y probablemente el que más plataformas en 3D (uno de mis géneros favoritos) memorables tuvo en su seno.
El de hoy es uno de esos juegos clásicos que de pequeño me pasé mil veces, y del que vengo hablar tras rejugarlo hace poco. Espero, en los próximos meses, añadir más de estos clásicos al blog.
Hay poco que destripar
Bugs Bunny: Perdido en el Tiempo es un plataformas 3D protagonizado por Bugs Bunny y desarrollado por Behaviour Interactive para PlayStation y PC en el año 1999.
Es un plataformas de exploración en el que recorreremos varias épocas diferentes en el viaje de Bugs para volver a su época, mientras se encuentra con personajes recurrentes de la serie.
A diferencia de otros personajes populares como Mickey Mouse, Bugs Bunny no ha tenido un recorrido muy largo en el mundo de los videojuegos. Aunque hubo algunos juegos antes de Perdido en el Tiempo no hubo mucho después.
La historia comienza cuando Bugs Bunny se olvida de girar a la izquierda en Albuquerque y acaba por error en una vieja caseta en la que encuentra una especie de exprimidor de zanahorias. Por algún motivo, el artefacto resulta ser en realidad una máquina del tiempo que conduce a Bugs hacia su primer destino a través del tiempo: Ningún lugar.
Allí conoce a Merlín Monroe, que le aconseja reunir los relojes del tiempo si quiere regresar a su hogar, para lo que tendrá que dar saltos a diferentes épocas, en las que se encontrará con personajes de Looney Toones como Yosemite Sam o Elmer Gruñón, o a antepasados sospechosamente parecidos a ellos.
Evidentemente esa es toda la historia que Bugs Bunny: Perdido en el Tiempo pretende contar. La gracia se encuentra en la aparición de muchos de esos famosos personajes, y en todo el tono cómico en general, aunque el juego no se centra tampoco en mostrar muchas escenas y casi todo queda en la jugabilidad o en el humor visual, que se verá mucho a lo largo del juego.
Sin perder mucho tiempo, Bugs Bunny nos explica casi de inmediato la base jugable: Tenemos que viajar a distintas épocas y reunir relojes y zanahorias doradas. Bugs Bunny: Perdido en el Tiempo es, pues, un plataformas 3D basado en la exploración, pero que está enriquecido con una ingente cantidad de minijuegos y desafíos de todo tipo.
En este punto podría decirse que hay un poco de discordia. Muchos plataformas se basan en los minijuegos hasta tal punto que el control plataformero original queda un poco relegado al segundo puesto.
Cada mundo de Bugs Bunny: Perdido en el tiempo tiene uno o dos niveles principales (y uno de ellos suele ser el más largo con diferencia) mientras que el resto son niveles cortos que presentan algún minijuego o desafío especial.
Además, como el último nivel principal acaba bastante antes que el juego en sí, a veces se echa un poco de menos mayor presencia de niveles de plataforma.
En cualquier caso, los minijuegos son interesantes, los mapas largos son variados y hay multitud de diferentes batallas contra jefes.
Jugablemente Bugs Bunny: Perdido en el tiempo es un plataformas 3D variado e interesante, con un estilo que sabe diferenciarse de entre el extenso catálogo de juegos del género presentes en la consola.
La ambientación acompañaba a esta jugabilidad dándole todo el estilo Looney Tunes que necesitaba para funcionar como tenía.
Los gráficos precursores del cell-shading por aquel entonces ahora se ven algo cuadriculados pero siguen dando toda la sensación de dibujo animado que daban por entonces. Las animaciones de los personajes son muy dinámicas y cómicas, y las ambientaciones de las distintas épocas son radicalmente diferentes entre sí y está todas muy bien logradas.
La música, por otro lado, también cumple su cometido de estilo. El punto positivo es que son temas muy simpáticos que tasan muy bien tanto con Looney Tunes como con cada nivel de forma individual, dándole tonalidades únicas a cada mundo. Además, cada uno de los niveles de cada mundo cuenta con una canción propia, y a veces con más. La repetición es muy poco recurrente, lo que da aún más personalidad si cabe a cada nivel.
Es cierto que no es una banda sonora emblemática, pero funciona y le aporta más carisma al juego.
Cabe mencionar también que el juego viene con un simpático y carismático doblaje al español tan divertido como cabía esperar viniendo de Looney Tunes.
Aunque no todas las voces han podido ser las habituales (Empezando por el propio Bugs, aunque su voz es parecida) sí que reconoceremos las voces de algunos personajes como el pato Lucas o Elmer Gruñón.
Todo eso, junto con el apartado gráfico, consigue una ambientación totalmente Looney Tunes, que además se decora con tintes humorísticos en cada nivel, que alimentan mucho el carácter humorístico del juego.
Con todos estos elementos, Bugs Bunny: Perdido en el tiempo sabe hacerse un hueco entre el impresionante catálogo de plataformas 3D de PlayStation. Su estilo cómico y animado, que con el tiempo evolucionó hacia estilo de cell-shading más elaborados y su jugabilidad bien montada y variada lo hacen un plataformas digno de mención, un buen paso de Bugs Bunny por el mundo de los videojuegos.
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